Hoy he vuelto a ser capaz. Me he comprado el billete del viaje de mis sueños. Llevo desde 2008 pensando, organizando y trazando este viaje y hasta hoy, 13.10.2019, no he sido capaz de comprar el billete de avión que marca el inicio real de todo, la materialización de mi sueño y sobre todo, el demostrarme a mi misma que recupero mi capacidad total e independencia.
Y digo recupero porque siempre he sido súper capaz, súper valiente y muy muy independiente pero en los últimos años, por diversos motivos que podéis descubrir en este mismo blog, he perdido (y no culpo a nadie) esa independencia más de forma emocional que a efectos de actuación. No sé si me estoy explicando en esto pero lo que quiero decir es que no tenía a nadie que directamente me dijese o prohibiese hacer nada pero sí he estado bajo la manipulación de quién con sus artes me hacía sentir primero, que no era capaz yo sola de hacer ciertas cosas y que le necesitaba y segundo que, si lo hacía y me apartaba le perdería.
Hoy he recuperado esa capacidad de hacer lo que yo quiero, mi libertad que como me decía este verano uno de mis grandes amigos “María, tú siempre has hecho lo que has querido” pero hasta ese momento no fue totalmente consciente. A veces necesitamos que alguien nos lo diga para darnos cuenta.
Llevo años preparando este viaje en mis sueños, en mis horas despiertas, en mis momentos de dolor más intenso y también cuando disfrutaba de la vida. Siempre, en todo instante ha estado este sueño en mi cabeza – mente – alma y corazón. Y por eso, por su constancia, porque nunca desaparecía ni disminuía en intensidad, sé que era y es uno de los grandes sueños de mi vida.
¿Por qué no hasta ahora?
Once años dan para mucho… O quizás no, depende de cómo se mire. Recuerdo perfectamente cuando empecé a soñar e idear este viaje. Reconozco que el destino actual, Bali, no fue la primera opción pero tampoco ha variado muchísimo. El inicial fue India y yo estaba viviendo en Barcelona cuando empecé a darle vueltas. India siempre me ha atraído muchísimo y lo sigue haciendo (algún día iré) pero en los últimos años, con tanto sufrimiento en mi vida (fallecimiento de mis padres, ruptura sentimental, cirugía de rodilla) he preferido un destino “más fácil”, no tan duro y que me ayude a ver la vida en positivo y no a hundirme más por la crueldad que pueda ver. Necesito, aunque suene egoísta, ver y sentir que la vida es fácil y eso India, no me lo va a dar. Ir a India ahora sería seguir en la rueda del sufrimiento y ponérmelo muy difícil a mí misma y yo estoy soltando eso de sufrir y ponerme zancadillas.
Además, India para ir sola no es muy seguro y de nuevo, no quiero estar preocupada y asustada que ya bastante miedo llevo al viaje.
Como decía, hace 11 años que estoy pensando en este viaje y tenía mapas, itinerarios (cuando pensaba en India mi idea era subir a Nepal la mayor parte para ir a los templos budistas, el budismo siempre es una constante en mi vida) y mucho adelantado pero, como todo en la vida, las condiciones perfectas casi nunca se dan. Creo que ahora entiendo un poco más a los que quieren ser padres cuando dicen “si esperas el momento perfecto, nunca tendrías un hijo”. Por mi parte, cuando tenía tiempo, no tenía dinero; cuando tenía dinero, no tenía tiempo porque trabajaba muchísimo; cuando tenía las dos opciones anteriores (tiempo y dinero) mis padres enfermaron y fallecieron con un año y medio de diferencia y cuando eso pasó, yo estaba sumida en una depresión absoluta que de haberme ido, estoy convencida que no habría vuelto y no por quedarme allí a vivir felizmente.
Después, el año pasado, cuando ya lo tenía claro que sería diciembre 2018… Llegó la rotura de ligamento cruzado anterior (LCA) y este año me lo he pasado en esto. Pero ahora mismo, los planetas se han alineado y todo es perfecto aunque yo vea mil y un motivos para no ir (ay el miedo, querido miedo cómo de difícil me lo estás poniendo… Todo un reto).
Ahora… El momento perfecto
En este justo momento, por una circunstancia especial, tengo el dinero justo para poder irme de viaje y no tirar de ahorros. Mi trabajo está estable y mis clientes confían en mí sabiendo que puedo irme dejando todo hecho y atender desde allí a urgencias o cosas que haya que hacer. Diciembre es un gran mes porque todo está tranquilo laboralmente y todo el mundo pensando en comer mantecaos. Mi rodilla está recuperada, estable y correcta. Mi salud está a pleno rendimiento (me estoy haciendo chequeos y todo correcto) y estoy soltera, muy soltera (que no estarlo no es motivo para no irse pero mi situación de los últimos tiempos ha sido de querer solucionar algo que me han demostrado que no es posible).
Por fin tengo el escenario perfecto para irme… Y me voy.
Pero este me voy no ha sido nada fácil en mi corazón. Llevo meses diciendo que me voy este próximo diciembre. De hecho, llevo desde que me operaron diciendo que me iré y tanto es así que en la operación de rodilla, para la anestesia me pusieron a pensar en algo bonito y yo elegí mi viaje a Bali. Pero cuesta, cuesta porque el miedo siempre aparece y soy una profesional titulada en esto de boicotearme.
¿Zancadillas que me he puesto? Millones. Por ejemplo que si me gasto ese dinero y en unos meses lo necesito, habré sido una irresponsable. Que puede que pierda clientes y trabajos venideros. Podría enfermar e incluso, perderme conocer a alguien especial aquí en ese tiempo o que mi príncipe azul me busque y yo no esté. ¡Eh… sí! Esta soy yo y así de absurda por miedo puedo llegar a ser. El miedo generalizado es volver y que algo no esté como cuando me fui aunque realmente pienso que eso es justamente lo mejor que me podría pasar.
Y cuando estas ideas vienen a mi cabeza miro hacia atrás y me acuerdo de cuando con 16 años me fui a Francia todo el verano con una amiga y allí, con cientos de problemas, salí hacia delante sola. Cuando después me fui otro verano a New York y quería morir porque Iberia me perdió la maleta… Y cuando he viajado tantas veces y aunque los primeros días fueran difíciles, luego estaba súper feliz de haberlo hecho y disfrutaba mucho.
Este viaje a Bali es el primer paso para recuperar al cien por cien la seguridad en mi misma y esa capacidad que yo sola me he permitido perder. Sé que 5 semanas no es nada y que nada se alterará (o si lo hace no es por estar de viaje). Mi trabajo, que es lo que más me preocupa, seguirá igual porque con mi portátil puedo hacer cosas desde cualquier lugar.
Mi otra gran preocupación es que a mi vuelta, alguien ya no esté. Si alguien elige irse de mi vida porque yo cumpla uno de mis grandes sueños, Bali habrá sido el mejor lugar para darme cuenta de que esa persona no debía estar en mi vida. Si a la vuelta alguien que se había ido se da cuenta de que me precisamente, me he ido en todos los aspectos y le hace pensar y meditar que hay que tratar a las personas de otra manera y dejar de culpar al otro de todo… Bali será el mejor remedio para todos.
Sea como sea, Bali, estas 5 semanas que pasaré allí y estar lejos de España en Navidad va a ser un bálsamo excepcional para mi alma.
Mi viaje ha empezado realmente hoy. Ya he creado mi cuaderno con las anotaciones. Ya estoy buscando alojamientos, escuelas de yoga y lugares que visitar. A partir de hoy recupero, poco a poco, mi total percepción de ser capaz de todo. Es alucinante como un gesto cómo comprar un billete de avión puede hacernos sentir tan poderosas… Practiquemos más dar ese paso por encima de la línea roja de nuestros propios miedos.