El monstruo de la frustración

Hace tiempo que no paso por aquí. Muchos días he tenido la firme intención de ponerme a escribir, por tener tenía hasta el tema pero jamás encontraba el “hueco libre” para ello. Quizás, seguramente, porque cada vez que me siento a escribir aquí es como sentarme frente a frente con esa emoción, que suele ser negativa y que charlemos y eso, duele. Así que siempre lo voy postergando y como este blog es algo que “no me da dinero y me ayuda a vivir” pues siempre lo dejo para mi tiempo libre que al final, o no tengo, o lo dedico a otra cosa. Pero es que a veces se me olvida (sólo a veces) que la gestión emocional debe ser la prioridad en mi vida. Sí, quizás suene egoísta pero si yo no estoy bien, si yo no sé qué me pasa y si no lo soluciono, comprobado tengo que jamás estaré bien con los demás.

Después de todo lo pasado (si alguna vez te has pasado por este blog sabrás que ha sido mucho en mi vida pero sobre todo en los últimos 4 años), ahora mismo estoy en un buen momento. Es un momento bonito porque yo me siento más tranquila que nunca, la ansiedad que me apretaba el pecho ya no existe ni en los momentos críticos que todos los tenemos; mi negocio empieza a brillar y estoy recogiendo frutos; mis relaciones sociales son estupendas (toda menos una, LA RELACIÓN) y he vuelto a hacer aquellas cosas que me gustan. Por supuesto, no todo es cuestión de rosas y es que en el día a día surgen cosas que nos descolocan pero estar bien y ser feliz no es conseguir que no haya esas cosas sino aprender a gestionarlas y que tengan el menor impacto en nosotros.

¿Por qué hoy si escribo?

Bueno, es sábado, ha sido una semana impresionante de trabajo y tengo una lista de to-dos tan larga que aquí estoy, a las 16.57 h de un sábado sentada en mi oficina comiendo de un tupper que he cocinado esta mañana pero a pesar de que hay mil cosas pendientes, tengo el corazón encogido desde ayer y me he dicho: si nunca vas a encontrar el momento adecuado y estás bloqueada… ¿qué tal apartar la libreta de trabajo y darte un ratito para ti? Así que aquí estoy, es un buen momento, el mejor y lo demás, puede esperar.

Hoy toca “frustración”

Hoy quiero escribir sobre la frustración y no precisamente la mía. Yo la viví durante muuuuuchos años. No sé y tampoco lo voy a buscar ahora porque me confundiría, la definición exacta de frustración pero para mi es esa sensación de por más que lo intentas, que pones todo de ti, que te empeñas… no consigues aquello por lo que estás peleando con toda tu energía. Y además de ser algo cruel y determinante en tu vida porque te bloquea para seguir, suele ocurrir una y otra vez haciéndote en un bucle de destrucción, desmotivación y baja autoestima absoluta.

Así la he vivido yo durante muchísimos años. En todos los ámbitos y aspectos de mi vida y se apoderaba de mi, literalmente. Me bloqueaba, me hacía pensar que cuándo acabaría la racha (como si todo fuese fruto de los planetas que alinean y generan una mala racha de vida) o me preguntaba por qué la vida y los demás estaban contra mi y me hacían ser infeliz (claro, porque la culpa es siempre de los demás, para qué asumir la responsabilidad, eso nos haría salir de la situación de víctimas y eso, cuando estamos mal, no lo queremos… mejor alimentar el monstruo y estar cómodos).

En fin, que la frustración y yo hemos sido más que colegas durante mucho tiempo: en mi vida personal sobre todo pero también en el trabajo, no vayamos a pensar que era algo de un solo escenario, que la frustración es muy grande y ella, cuando se pone, lo quiere todo y abarca toda tu vida porque si aparece en ti, se expande como un tsunami y todo se lo lleva por delante.

¿Por qué la veo ahora más y mejor?

Bueno, porque no es lo mismo verlo en ti en el momento en el que la tienes que verlo en los demás sobre todo si eres la víctima (y mira que odio esa palabra) de sus efectos. Mejor de hecho lo voy a llamar: la receptora de sus efectos.

Cuando la frustración aparece, por el motivo y ámbito que sea, nos enganchamos a culpar a los demás, nos convertimos en víctimas absolutas y dependiendo del grado de desequilibrio emocional que se tenga y de control de tus emociones (sobre todo la rabia) tratas peor a las personas que tienes cerca y que coges como blanco de tu diana. Los conviertes en el pozo sobre el que poder verter toda tu frustración como si pensases que, si hoy se la suelto a todo trapo, va a desaparecer.

¡Ja! Si claro, que te lo has creído. ¿En serio somos tan ilusos? ¿En serio nos pensamos que la frustración es tan idiota y se rinde tan pronto como para dejarte así sin más sin que soluciones lo que tienes que solucionar en ti y que depende exclusivamente de ti? Ains, qué ilusos somos eh.

Bueno, respondiendo antes de seguir a la pregunta que me he hecho, por qué ahora la veo más y mejor es porque anoche justo volví a ser el pozo sobre el que alguien que tiene mucha, pero que mucha, vertió su frustración. Podría pensar y/o decir que es un cabrón, que ya le vale, etc… pero realmente, a pesar del dolor que yo tengo por lo que tuve que escuchar, lo más que siento es pena porque está actuando de manual según los dictámenes de la frustración y me veo súper reflejada en mis tiempos más épicos.

Consecuencias de la frustración

Como he detallado, y no soy psicóloga ni nada parecido sino solo alguien que ha vivido y superado con ayuda muchas situaciones dolorosas y difícil, la frustración es abrumadora. Aparece cuando ahí que nos dejamos la vida por algo y nada sale bien y es que, no somos capaces de mirar más allá e identificar la realidad de lo que estamos haciendo de forma equivocada y por eso las cosas no salen y la frustración persiste.

Vamos a ver. Si intentas mil veces algo y todo va mal, ¿no será que algo lo estás haciendo de forma incorrecta? O lo que es mejor, ¿no será que estás poniendo el foco en lo que no es el problema y estás dejando de lado, por lo que sea, seguramente por miedo, lo que te causa dolor, tiene tu vida patas arriba y te causa esa frustración e infelicidad más absoluta? Porque normalmente aquello en lo que nos empeñamos que es el culpable y debemos cambiar para que todo funcione, no lo es pero resulta que es lo fácil, lo que o quien nos va a aguantar las embestidas, las salidas de tono, los golpes y estará ahí para aguantar todo lo que saquemos de nosotros (que no sirve de nada porque después del berrinche estarás peor porque si tienes la mínima conciencia e inteligencia te darás cuenta que la has liado parda y que alomejor pierdes a una persona importante que estará curándose las heridas).

Así que las consecuencias de la frustración son enormes y además, muy intensas. Perderás a gente querida, estarás a malas con la vida constantemente, tu infelicidad irá en aumento, etc, etc y así lo único que va a pasar es que aumentará más y más esa precisa frustración.

¿Cómo desaparece la frustración?

Encontrando la causa, como en todo. Pero la causa real, y vuelvo a lo de antes. Llevo unos años siendo el cubo de basura de la frustración de alguien que me culpa hasta de que su perro tenga un moco (perdón por la obscenidad pero no se me ocurre otra forma de explicarlo). De todo, absolutamente de todo lo que ocurre en su vida, en la de su entorno y por supuesto en la de su familia, tengo yo la culpa… ¡Por supuesto! De hecho, es infeliz por mi, por mi culpa… Y cada día yo me recupero más y más de mis cosas porque trabajo duramente en ello (eh, que ir a terapia y rascar y asumir la totalidad de mi responsabilidad no es fácil eh, pero culpar al resto no me ayudará en nada), las cosas me van mejor y me despojo del sufrimiento y esta persona va a peor porque no solucionada nada y además, que yo salga adelante le genera más dolor y más… ¡frustración!

Pero volviendo, ¿cómo se soluciona la frustración? Con VALENTÍA. Deja de culpar al resto, deja de buscar la razón de tu desastre de vida en lo que no lo tiene y sé ¡valiente! Sí, toma las riendas de tu vida y de verdad mira cara a cara, a los ojos, al verdadero problema de tu vida, a la situación que causa el dolor, a lo que te ha generado frustración desde hace muuuuchos años, más de los que yo por supuesto llevo en tu vida y empieza la casa por los cimientos. Así se soluciona la frustración. Pero para eso, hay que querer, hay que ser responsable y sentirse el dueño de nuestra vida y dejar de ser víctima y después verdugo culpando a los demás.

Así la solucioné yo y ahora, estoy tranquila, feliz no porque mi vida sea perfecta sino porque gestiono todo desde otro punto de mira y porque lo que viene, lo voy viendo con la mochila casi vacía porque he solucionado, porque no culpo a nadie y porque la raíz de todo está sanada. Mientras sigamos pensando y poniendo el foco en quien no lo es, estaremos perdiendo el tiempo y sumando cada día, más y más frustración y cuanto más mayores somos, más difícil es arreglar, más personas dejamos en el camino y más decepción para con nosotros mismos acumulamos.

*Y no es que yo quiera decir a nadie cómo hacerlo, ya me vale, sólo cuento, como siempre, como yo lo veo y sobre todo, lo siento y en esta ocasión desde las dos perspectivas: Antes la frustrada y que destrozaba a todo el mundo a mi alrededor culpando hasta a las moscas y ahora, recibiendo los embistes de alguien frustrado por algo que nada tiene que ver conmigo pero me culpa por no ser capaz de mirar a lo que realmente le tiene la vida patas arriba.

Author
Mi vida cambió desde que asumí la completa responsabilidad de mi vida, mis actos y todo lo que ocurre a mi alrededor y que me afecta. Intento no castigarme, racionalizar y cuando puedo, fluir. Ese, es mi objetivo. Además de esto, amo la comunicación, escribir y expresarme y ese, es mi trabajo desde mi impulso emprendedor de mi estudio de marketing y comunicación.

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